Para los feligreses era el padre Iván Darío Restrepo, y para las amigas nocturnas, «Ivancho». No era un secreto que los viernes llegaban mujeres a la casa cural a preguntar por el sacerdote. Tampoco lo era que a Ivancho le gustaba más el ron que el vino de consagrar; y si en el día atendía […]
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